Para poder comenzar mi siguiente proyecto he tenido el privilegio de conocer de primera mano a los que serán protagonistas de mi próximo libro... no puedo estar más contenta con el casting.
He aquí un par de murciélagos de la fruta albinos y demás familia. Es increíble el tacto suave de su piel y el ruido que producen cuando vuelan todos a la vez... ¡¡ el sonido que emiten es similar al de cien abanicos de cuero en movimiento!!!
Las jinetas son las únicas que comen algo de carne y lo que más me ha sorprendido es que su cola tiene la misma longitud del resto de su cuerpo. Son muy independientes.
Los gálagos son muy, muy, muy rápidos, son muy inquietos y están en constante movimiento.
En cuanto al possum o también llamado Chinchilla de Adelaida... ¡es muy suyo! pero si le das un tallo verde de alguna hierba se le ablanda un poco el carácter (por lo menos durante el tiempo que dure la comida).
Los petauros del azúcar son muy graciosos y gracias a una membrana (que en la fotografía no está visible) pueden planear y dar saltos de hasta 50 metros. Para que os podáis hacer una idea es como si nos atáramos los extremos de una manta a los tobillos y a las muñecas y nos echáramos a volar. Son muy cariñosos y juguetones.
Pero los que realmente más me han conquistado son los kinkayús u ositos de la miel... amistosos, golosos, suaves, curiosos,... la aleación perfecta entre un oso de pequeño tamaño y un mono que te rodea el cuello para no caerse cuando paseas con él en los hombros. En cuestión de segundos me vi rodeada de kincayús que me subían por las piernas, me fisgaban en los bolsillos, se colgaban con su cola de mi cuello o simplemente se sentaban en mis hombros. Son realmente adorables.
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